Cuando ‘Sleepy Hollow’ se presentó en los ‘upfronts’ de mayo parecía que tenía todos los números para ser uno de los desastres anunciados de la temporada. Los ejecutivos de Fox habían perdido definitivamente la cabeza apostando por una serie que trasladaba a la actualidad el famoso relato de Washington Irving, que además ya había tenido una adaptación en el cine firmada por Tim Burton, con todo lo que eso conlleva. A pesar de que‘Fringe’ llegó a duras penas a la quinta temporada por sus datos de audiencia, había dejado un hueco ‘de género’ en la parrilla de la cadena estadounidense y como está demostrado lo bien que funcionan como reclamo la etiqueta de ‘la nueva…’ y lo bien que funciona como excusa cuando la designada sucesora se estrella a las primeras de cambio, el primer triunfo de ‘Sleepy Hollow’ fue llegar sin nada que perder.
Lo que ha venido después ha sido una sorpresa detrás de otra. La mezcla imposible del relato de Washington Irving (del que casi solo queda el título y el nombre del protagonista) con cuentos de brujas, pasajes bíblicos, desfases temporales y tramas policiales funciona, la audiencia ha respondido como no lo hacía en Fox desde hace años y por encima de otras apuestas teóricamente más seguras, ‘Sleepy Hollow’ se convirtió poco después de su estreno en la primera serie en conseguir la renovación para una segunda temporada.
Hace unos días, Vulture le dedicaba un artículo donde analizaba algunas de las claves de su éxito. Sin ser la mejor serie de la temporada, ni tampoco pretenderlo, en este apartado Showtime ya nos ha regalado ‘Masters of Sex’, el principal acierto de ‘Sleepy Hollow’ es haber sabido olvidarse del relato original para entregarse sin complejos a la locura. Algo que no ha sabido hacer de momento, ni espero que lo haga ya, el ‘Dracula’ de NBC o que tampoco supo hacer el año pasado ‘Da Vinci’s Demons‘ al pasarse tanto de frenada al convertir a Leonardo en una especie de cruce entre Robin Hood y Sherlock Holmes. Hasta para las mezclas locas hay que tener un poco de cordura.
El punto de partida de ‘Sleepy Hollow’ (que hoy llega a Fox) no tiene ni pies ni cabeza, pero ella tampoco se empeña en que se los busquemos (hay otras que fracasan precisamente en lo contrario). Ichabod Crane, profesor universitario del s. XVII metido a soldado en la Guerra de la Independencia americana, vuelve a la vida 250 años después de morir en el campo de batalla en un enfrentamiento con el famoso jinete que deja sin cabeza.
Su regreso y el de su archienemigo es el preludio de una guerra entre el Bien y el Mal que ha escogido como escenario a la ‘Sleepy Hollow’ del siglo XXI. Sin tiempo a cambiarse de ropa (una broma ya recurrente en los seis capítulos de la serie que se han emitido en Estados Unidos) Crane tiene que adaptarse a un mundo que funciona con electricidad, no puede vivir sin Internet y sin un Starbuck casi en cada calle, donde las mujeres pueden ser agentes de policía, la esclavitud no existe y donde le puede llevar más de medio día aprender cómo funciona la ducha o como romper un envoltorio de plástico sin perder los nervios por el camino. Más fácil le resulta convencer a la teniente Abbie Mills (negra y mujer) de que los dos son almas gemelas en el guerra que se avecina y que los cuatro jinetes del Apocalipsis están a punto de llegar a Sleepy Hollow.
A la mezcla añadimos una estética y unos guiños que recuerdan a ‘Fringe’ (las dos series comparten creadores), unos casos episódicos que parecen sacados de ‘Supernatural’, un sentido del humor basado en la propia de premisa de la serie, una temporada de solo 13 capítulos que juega en favor de la historia y dos protagonistas carismáticos y con muy buena química (Tom Mison y Nicole Beharie), ‘Sleepy Hollow’ consigue disimular su fallos (que son unos cuantos) y puede presumir sin complejos de ser una de las revelaciones de una temporada llena de series que no tienen muy claro a lo que aspiran.
De hecho, ‘Sleepy Hollow’ da lustre a un club demasiado infravalorado. Están los ‘placeres culpables‘ (o no tan culpables) y están esas series que se entregan sin complejos al entretenimiento sin caer en el petardeo como ‘Orphan Black‘, ‘Suits‘, ‘Supernatural’ o ‘Person of Interest’. Que cada uno ponga las suyas y que presuma de ellas.
